Bueno, Laura. Ya van dos años de tu blog y recién ahora tengo internet en casa para poder tener tiempo de meterme en estas cosas, lo que sé que no es excusa. Pero siempre por algo se empieza.
Acá entonces va mi regalito con una carta de disculpas.
Es un poema de Olga Orozco, y salió entre las adiciones inéditas a la compilación Eclipses y Fulgores, de 1998.
BALANCE DE LA SOMBRA
Muchas veces, en los desvanes de la noche,
cuando la soledad se llena de ratones que vuelan o escarban bajo el piso
para roer, tal vez, los pocos nudos que me atan a este asilo,
busco a tientas la tabla donde asirme o el lazo que todavía me retenga.
Entonces te adelantas, aunque no sé quién eres,
sombra fugaz y sombra de mí misma, mi sombra ensimismada,
sí, tú, la más cercana pero la más extraña,
y siento que aún con tu inasible custodia me confirmas un lugar en el mundo.
Pero ¿quién eres tú?, ¿quién eres?
quizás seas apenas como un jirón de niebla
que copia dócilmente cada pacto de mi sustancia con el tiempo,
como cree la luz;
o acaso estés aquí sólo para testimoniar con tu insistente opacidad la culpa o la caída.
Compañía fatal o delatora,
yo sé que agazapada en un rincón cualquiera de los sueños
permites que la muerte se pruebe mi propio cuerpo cuando duermo.
Y no ignoro tampoco que llegas desde el fondo de un abismo con alas de ladrona
y escondes en tu vuelo soles negros,
humaredas de infiernos nunca vistos y recuerdos que zumban como enjambres.
Tu cosecha de ayer; tu amenaza y promesa para hoy y mañana.
Sospecho que también me has contagiado paredones roídos,
templos rotos, fisuras dolorosas y escondrijos que dan al otro lado.
Pero también multiplicaste a ciegas las visiones del amor que no muere,
nos vestiste con noche encandilada, con fugitivos resplandores,
y hasta te vi saliendo de ti misma
y te vi propagarnos como a un eco, como a un temblor de luces hacia la eternidad,
al paso de las aguas.
Sombra perversa y sombra protectora,
mi doble de dos caras.
Nunca tuve otra hija más que tú,
y has hecho lo imposible por parecerte a mí, en mi versión confusa,
aunque siempre aparezcas embozada en anónima y ajena, peregrina envoltura.
Yo te confieso ahora, mientras estoy aquí,
mientras aún me anuncias o me sigues, no sé si como emisaria o como espía,
que quienquiera que sea no querría perderte entre otras sombras.
No me dejes entonces nunca a solas con mi desconocida:
no me dejes conmigo.
Un abrazo inmenso,
Guada
* Querida Lupe, bellísimo poema, lo tomaré prestado para oportunos regalados. es un gran regalo. tantísimas gracias!
todo lo mejor con tu nuevo empredimiento, sabés que acá tenés una lectora.-
Acá entonces va mi regalito con una carta de disculpas.
Es un poema de Olga Orozco, y salió entre las adiciones inéditas a la compilación Eclipses y Fulgores, de 1998.
BALANCE DE LA SOMBRA
Muchas veces, en los desvanes de la noche,
cuando la soledad se llena de ratones que vuelan o escarban bajo el piso
para roer, tal vez, los pocos nudos que me atan a este asilo,
busco a tientas la tabla donde asirme o el lazo que todavía me retenga.
Entonces te adelantas, aunque no sé quién eres,
sombra fugaz y sombra de mí misma, mi sombra ensimismada,
sí, tú, la más cercana pero la más extraña,
y siento que aún con tu inasible custodia me confirmas un lugar en el mundo.
Pero ¿quién eres tú?, ¿quién eres?
quizás seas apenas como un jirón de niebla
que copia dócilmente cada pacto de mi sustancia con el tiempo,
como cree la luz;
o acaso estés aquí sólo para testimoniar con tu insistente opacidad la culpa o la caída.
Compañía fatal o delatora,
yo sé que agazapada en un rincón cualquiera de los sueños
permites que la muerte se pruebe mi propio cuerpo cuando duermo.
Y no ignoro tampoco que llegas desde el fondo de un abismo con alas de ladrona
y escondes en tu vuelo soles negros,
humaredas de infiernos nunca vistos y recuerdos que zumban como enjambres.
Tu cosecha de ayer; tu amenaza y promesa para hoy y mañana.
Sospecho que también me has contagiado paredones roídos,
templos rotos, fisuras dolorosas y escondrijos que dan al otro lado.
Pero también multiplicaste a ciegas las visiones del amor que no muere,
nos vestiste con noche encandilada, con fugitivos resplandores,
y hasta te vi saliendo de ti misma
y te vi propagarnos como a un eco, como a un temblor de luces hacia la eternidad,
al paso de las aguas.
Sombra perversa y sombra protectora,
mi doble de dos caras.
Nunca tuve otra hija más que tú,
y has hecho lo imposible por parecerte a mí, en mi versión confusa,
aunque siempre aparezcas embozada en anónima y ajena, peregrina envoltura.
Yo te confieso ahora, mientras estoy aquí,
mientras aún me anuncias o me sigues, no sé si como emisaria o como espía,
que quienquiera que sea no querría perderte entre otras sombras.
No me dejes entonces nunca a solas con mi desconocida:
no me dejes conmigo.
Un abrazo inmenso,
Guada
* Querida Lupe, bellísimo poema, lo tomaré prestado para oportunos regalados. es un gran regalo. tantísimas gracias!
todo lo mejor con tu nuevo empredimiento, sabés que acá tenés una lectora.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario