miércoles, 7 de septiembre de 2005

Por lo menos tenemos la música.

Ayer tuve la oportunidad de vivir la resucitación de Bill Evans. Fui a un homenaje, por el 1/4 de siglo transcurrido desde su desaparición física, y amerita hacer la aclaración, porque les puedo jurar que ayer Bill estaba en la sala.
Un pianista, un contrabajista y un baterista se encargaron de la magia.



Para quienes residen en la Jungla de Cemento (léase Cap. Fed.), el ciclo JAZZOLOGIA del Centro Cultural San Martín es fantástico. Dejo el link para que los interesados se empapen en el tema, y no se lo pierdan. Se trata del mejor jazz nacional, e inclusive internacional, todos los martes del mes, a las 20:30.
Y encima por amor a la música, GRATIS.

http://ccgsm.gov.ar/



Como no podía dejar de ilustrar de alguna forma esta foto, a continuación, uno de los relatos de "Un tal Lucas" con el que me siento más identificada.



LUCAS, SUS DESCONCIERTOS.



Allá por el año del gofio Lucas iba mucho a los conciertos y dale con Chopin, Zoltan Kodaly, Pucciverdi y pare qué te cuento Brahms y Beethoven y hasta Ottorino Respighi en las épocas flojas.
Ahora no va nunca y se las arregla con los discos y la radio o silbando recuerdos, Menuhin y Friedrich Gulda y Marian Anderson, cosas un poco paleolíticas en estos tiempos acelerados, pero la verdad es que en los conciertos le iba de mal en peor hasta que hubo un acuerdo de caballeros entre Lucas que dejó de ir y los acomodadores y parte del público que dejaron de sacarlo a patadas. ¿A qué se debía tan espasmódica discordancia? Si le preguntás, Lucas se acuerda de algunas cosas, por ejemplo la noche en el Colón cuando un pianista a la hora de los bises se lanzó con las manos armadas de Khatchaturian contra un teclado por completo indefenso, ocasión aprovechada por el público pare concederse una crisis de histeria cuya magnitud correspondía exactamente al estruendo alcanzado por el artista en los paroxismos finales, y ahí lo tenemos a Lucas buscando alguna cosa por el suelo entre las plateas y manoteando pare todos lados.
-¿Se le perdió algo, señor? -inquirió la señora entre cuyos tobillos proliferaban los dedos de Lucas.
-La música, señora -dijo Lucas, apenas un segundo antes de que el senador Poliyatti le zampara la primera patada en el culo.
Hubo asimismo la velada de lieder en que una dama aprovechaba delicadamente los pianissimos de Lotte Lehman pare emitir una tos digna de las bocinas de un templo tibetano, razón por la cual en algún momento se oyó la voz de Lucas diciendo: "Si las vacas tosieran, toserían como esa señora", diagnóstico que determinó la intervención patriótica del doctor Chucho Beláustegui y el arrastre de Lucas con la cara pegada al suelo hasta su liberación final en el cordón de la vereda de la calle Libertad.
Es difícil tomarle gusto a los conciertos cuando pasan cosas así, se está mejor at home.





Julio Cortázar.-
foto de Guy Le Querrec.-

4 comentarios:

Pariz dijo...

Estoy bajando ya Bill Evans por influencia vuestra.
Y en algún momento nos cruzaremos en el San Martín.

laura dijo...

Es una afirmación: nos cruzaremos en el San Martín.

crub dijo...

Recomiendo también los ciclos de jazz que se hacen los jueves a la noche en el club olivos, últimamente están en el centro gallego (pasado chivo)

laura dijo...

Se agradece la info.

Puede pasar horario?
Agradecería aún más.

Dirección, bondis para tomar, estado del tránsito?

Ya un abuso, cierto?


Beso Crub...