domingo, 4 de septiembre de 2005

A cucharaditas.
















La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.



Jaime Sabines.-

3 comentarios:

Pariz dijo...

Pocas cosas tan poéticas como la luna. Pues sin lugar a dudas alumbrado por su blanquecina luz el rostro amado se torna más bello tanto como el más bello de los paisajes se impregna de algo fantasmal.

crub dijo...

Que linda poesía, y hermosa foto!
Un placer éste blog, como siempre

Pariz dijo...

C'era una volta un uomo
Con gli occhi verso la luna
E si chiedeva:
"Verrà presto l'amore?"
E che altro esiste
In un cuore gelato?
Tranne il pensiero
Di un assassinio molto silenzioso