La foto la sacó para mí. No puedo sentirme sino halagada, realmente es un gesto muy bello de él, en sus aventuras por la ciudad luz.
Era un mediodía en Sacré-Cœur. Lo más atractivo, una calesita. Sí, una calesita a un costado y debajo de la blanca y radiante "basilique". Eran muchas las ganas de dar una vuelta y gritar: "Paren el mundo que me quiero bajar!!".
El barrio tiene esas callecitas diminutas en las que si uno camina más rápido que los demás, termina perdido. Esa sensación de "estuve acá antes" es casi constante, pero tiene su encanto.
Partamos del hecho que París es mágico. Más allá de toda esa pelotera de dichos sobre la forma de ser de los franceses y baguettes del estilo, si uno sabe mirar, París obnuvila.
El lugar donde cierto conocimiento de "la Langue" permitió inventar que cuchillo fuera cuchillé (nunca volví a un diccionario a averiguar cómo se dice realmente) y donde un simple gracias (merci) fue transformado en je t´aime (yo te amo). Más de una moza se fue ruborizada por un joven galante argentino desprevenido, víctima de la que suscribe.
Con esta foto, yo cierro mis ojos y puedo dar las vueltas que no dí en calesita. Y no me bajen sil vous plaît.
Merci mon ami, y sabemos que... siempre tendremos París.
foto de Fabricio Tocco, Sacré-Cœur de Montmartre, París, Francia.-
3 comentarios:
Toujours, mon ami, toujours... :-))
No sé cómo llegué hasta acá (para variar). Debe haber sido de caída en caída. Vos no te caigas más, Alicia, y seguí escribiendo, que me gustan tus palabras. Saludos.
Como odio que París no me guste. Posta que lo odio.
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