La luna no es una puerta. Es una cara por derecho propio,
blanca como un nudillo y terriblemente turbada.
Arrastra al mar detrás de sí, como un crimen oscuro;
y está en calma
con el bostezo en O del total desencanto. Yo vivo aquí.
* poema "La luna y el tejo", de Sylvia Plath.-
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