Eran las siete de la tarde y la calle Lavalle estaba en su más babilónico esplendor. Los cafés a través de las vidrieras veíanse abarrotados de consumidores; en los atrios de los teatros y cinematógrafos aguardaban desocupados elegantes, y los escaparates de las casas de modas con sus piernas calzadas de finas medias y suspendidas de brazos niquelados, las vidrieras de las ortopedias y joyerías mostraban en su opulencia la astucia de todos esos comerciantes halagando con artículos de malicia la voluptuosidad de las gentes poderosas en dinero.
Los transeúntes se desarrimaban a nuestro paso, no fuera que los mancháramos con la mugre que llevábamos.
- foto de Liliana Muente.
fragmento de "El juguete rabioso" de Roberto Arlt, uno de los pocos libros que todavía no embale en la víspera de la mudanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario