martes, 26 de julio de 2005
San Valentín.
Los enamorados, los enamorados, los enamorados, se miran de frente, caminan despacio, se besan de lado.
Ocupan el mundo, se cuentan los dedos, se explican los sueños, se prestan la ropa, se enseñan el alma, se besan las manos.
Los enamorados, los enamorados, caminan de frente, se miran despacio, se besan de lado. Inventan proezas, desatan pasiones, murmuran promesas, adoran la vida, comparten helados.
Los enamorados, los enamorados, se besan de frente, caminan despacio, se miran de lado. Se acunan, se miman, se doblan, se triplan, se duelen, se crujen, se claman, se sangran, se lloran, se arden, se queman. Evitan las luces, dominan la noche, señalan planetas, abarcan la luna, estiran las manos.
Los enamorados, los enamorados, se miran despacio, se besan de frente, caminan de lado. Se apuntan, se fuegan, se floran, se abejan, se bailan, se citan, se llaman, se loban, se lunan, se huelen, se silban.
Los enamorados, los enamorados, se besan despacio, caminan de frente, se miran de lado.
Al final estallan, se funden, se mezclan, se exploran, se rajan, se pierden, parecen de goma, son niños, son bestias, son reyes, los enamorados, los enamorados, los enamorados.
poema de Daniel Salzano, escritor y periodista cordóbes.-
foto de Richard Kalvar.-
Aburrida, y no se depila el bigote.
Fragmento de Op Oloop.
La vida solitaria de los especímenes más evolucionados gira siempre sobre goznes de rutina. Al pobre Kant, los imperativos no le dejaban alejarse más allá de las cervecerías de su pueblo; al pobre Pasteur, los microbios lo forzaron a una soledad pura de leche pasteurizada; al pobre Edison, los inventos lo retuvieron circuido en el insomnio y la sordera. A medida que se expande el espíritu, la carne se sujeta a clisés ineludibles. Los hábitos de yacer, folgar y yantar se tornan matemáticos. Y las horas del día, irrevocablemente asignadas a goces, funciones y eventos conocidos, se ahondan en el deber; pues, cuando la audacia mental más se aventura por las zonas inéditas de la abstracción, la materia más se empecina y circunscribe en el sótano de la costumbre.
Juan Filloy, "Op Oloop", escritor argentino (Cortázar lo amaba).-
cuadro de Marcel Duchamp, el único genio que tuvo la brillante idea de poner un mingitorio en un Museo y hacer toser a las vacas encorcetadas de la sociedad pacata de su tiempo.-
SUEÑOS PERDIDOS
Enrique González Tuñón.
"Dios creó al hombre para que fuera feliz" Leon Tolstoi.-
Un hombre ha perdido un sueño y no lo puede encontrar. Muchos seres perdieron un sueño. ¿Cuántos siguen el rastro del sueño perdido?.
Un sueño puede perderse de día o de noche, a la hora indecisa de la madrugada, en la calle, en la casa, en un hotel, en una plaza, en un vagón de ferrocarril, en un barco. En cualquier lugar puede perderse un sueño como se pierde una llave.
¿Ha encontrado usted alguna vez una llave en la calle?
¿Ha encontrado un sueño perdido? (De qué le vale una llave, un sueño, si no es su llave, su sueño?)
El mundo está lleno de sueños perdidos.
El honrado chofer devolvió la valija olvidada en su coche de alquiler. El honrado transeúnte devolvió la cartera repleta de billetes. Nadie, que yo sepa, ha devuelto un sueño.
Nadie.
Y los sueños se pierden, de la noche a la mañana, como cualquier objeto. Se pierden y se encuentran. (¿Dónde? ¿Dónde?)
Un hombre ha perdido un sueño (Se gratificará a quien lo devuelva). Lo perdió en una ausencia, o en una espera. No sabría decir dónde. Hay un lugar adonde van a parar los objetos perdidos. Llaves, anillos, medallas, Cristos de plata y de bronce, cadenas, relojes, puñales, recuerdos de familia, todo lo que se pierde y se encuentra. Menos los sueños. No hay una sección de extravíos y hallazgos para los sueños y los destinos. Un lugar, una especie de Rastro celeste, de entrecielo, donde uno pudiera hallar aquello esencial de su vida: lo único que podría darle la felicidad. Dios creó al hombre para que fuera feliz. Habría que crear ese lugar. Abrir una nueva calle fuera de la nomenclatura urbana.
La calle de los sueños perdidos, de los sueños equivocados, de los sueños fugitivos, remotos, desvanecidos, desencontrados; de los sueños que sobreviven; de los sueños inéditos; de la ausencia y de la espera; del regreso a un día en que el sueño pudo ser nuestro. En que pudimos encontrarnos con nuestro verdadero destino. El hombre que perdió un sueño podría encontrarlo en la calle de los sueños perdidos.Volvería a arder el fuego interior bajo la triste capa de ceniza que lo cubría. Todo se manifestaría libremente. Se romperían, al conjuro del sueño aprehendido, las ataduras, los prejuicios, los impedimentos, lo que se oponía a su felicidad. Y como Dios creó al hombre para que fuera feliz, todo le sería permitido para serlo. Hasta el egoísmo.
Todos los sueños existen. Existe el sueño de cada destino. El sueño que haría feliz al desdichado y que rompería la obstinación en el mortal fastidio del pesimista. Hay que crear la calle de los sueños perdidos. Muchos han perdido un sueño y se han acomodado a otro.
Números equivocados del destino, se resignan con su suerte. Permutan un sueño por otro. El verdadero sueño, nuestro íntimo sueño, vital, existencial, ¿dónde está? Se fue, quizás, por una puerta falsa. Llegó a buscarnos cuando recién salíamos; se desvaneció en la bruma; cayó en una trampa o en una alcantarilla. Quien sabe dónde. De este desencuentro del hombre y su sueño nació la irremediable congoja. Lo que pudo haber sucedido y no sucedió. ¿Qué hay detrás del portal donde la madre anónima dejó abandonado a su hijo?El postulante nunca pudo entregar su carta al ministro. El anciano mendigo no pudo hablar jamás con el director del asilo. En esa estación no se detuvo el tren. Y allí estaba el sueño aguardando. En ese puerto no se detuvo el barco. Y allí estaba el sueño aguardando. El cómico trashumante perdió su mejor contrata. El saltimbanqui...El aventurero...El presidiario...El criminal...El suicida...El poeta...Tal día, tal hora, ¿dónde estábamos?
La suerte nos llamó por nuestro nombre. No la escuchamos. La suerte no llama dos veces. Después, nos equivocamos de puerta. Llamamos y nos dieron con la puerta en la cara, como suele hacerse con los mendigos. Quizás no debíamos haber perdido el tiempo buscando un sueño. Quizás el sueño viniera solo a nuestro encuentro.Tarde ya gritamos nuestra desesperación inútil. Agitamos los brazos como el náufrago en la soledad del mar. Nadie acudió a nuestro llamado. Nuestra angustia fracasó en el silencio.Hay que crear la calle de los sueños perdidos. El Rastro celeste. El entrecielo. Allí encontraríamos nuestro sueño. Allí estarían, en exposición, los sueños fugitivos, los sueños intactos, los sueños usados, los sueños abandonados, frustrados, despreciados, olvidados. Allí resucitaría el sueño. Palpitaría como una criatura recién nacida. Todos los sueños existen. Existen los sueños que se realizan y los que se pierden y aún los sueños inconcretos. La felicidad existe.
Un hombre ha perdido un sueño y no lo puede encontrar. El rastro del sueño perdido lo lleva a una puerta cerrada. ¿Qué puerta es ésa?Detrás de esa puerta quizás nos aguarde el sueño. Quizás nos hallemos nosotros mismos, de rodillas, o ese hermano menor que siempre nos acompaña.Que no tiemble nuestra mano al llamar a esa puerta. Que no tiemble.
La foto es de Ferdinando Scianna, fotógrafo italiano.
lunes, 25 de julio de 2005
Pisadas.
"... busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo con el instante, caigo a fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante..."
Octavio Paz, fragmento del poema Piedra de Sol.-
Foto de Jordi Espel. Cabo Verde.-
viernes, 22 de julio de 2005
jueves, 21 de julio de 2005
El Imperio de las Luces.
"En el imperio de las luces plasme diversas ideas: un paisaje nocturno y un cielo tal como lo vemos de día. El paisaje lo asociamos con la noche y el cielo con el día. Yo creo que esta simultaneidad del día y la noche tienen el poder de asombrarnos y cautivarnos. A este poder lo llamo poesía".
martes, 12 de julio de 2005
SOOCIEDAD.
Algunas frases del no célebre Woody Allen:
El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.
El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas.
Solo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo.
Y mis padres por fin se dan cuenta de que he sido secuestrado y se ponen en acción rápidamente: alquilan mi habitación.
El sexo sólo es sucio si se hace bien.
Woody Allen.-
foto de Inge Morath.-
lunes, 11 de julio de 2005
Singin´in the rain
domingo, 10 de julio de 2005
Dancing.
sábado, 9 de julio de 2005
Bacio di una coppia.
jueves, 7 de julio de 2005
Eternos temerarios los relojes...
Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Manual de Instrucciones, Historias de Cronopios y de Famas, Julio Cortázar.-
Cuadro de Diego Rivera, pintor y muralista mexicano.-
miércoles, 6 de julio de 2005
Instrucciones para subir una escalera.
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y más adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquier otra combinación produciría formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se la hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se la hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Cortázar, Julio; Historias de cronopios y de famas, Buenos Aires, Sudamericana, 1994.-
foto de Cartier Bresson.-
http://www.monsieurphoto.free.fr
http://www.monsieurphoto.free.fr
lunes, 4 de julio de 2005
Si si señores... soy inteligente.
PARIS AT NIGHT.
sábado, 2 de julio de 2005
El beso más famoso.
Para no obviar información, ni desmerecer a su autor por ella, tengo que confirmarles que este hermoso beso, no es un click espontáneo. Robert Doisneau preparó la escena. Todo se descubrió después que la foto se hiciera archiconocida, y una pareja oportunista, intentara cobrarle al fotógrafo por la misma.
De todos modos, es una muy bella foto.
El poeta Mario Trejo dice:
"El mejor modo de esperar es ir al encuentro."
Los Amantes de Chagall.
DESAYUNO.
Echó café
En la taza
Echó leche
En la taza de café
Echó azúcar
En el café con leche
Con la cucharilla
Lo revolvió
Bebió el café con leche
Dejó la taza
Sin hablarme
Encendió un cigarrillo
Hizo anillos
De humo
Volvió la ceniza
En el cenicero
Sin hablarme
Sin mirarme
Se puso de pie
Se puso
El sombrero
Se puso
El impermeable
Porque llovía
Y se marchó
Bajo la lluvia
Sin decir palabra
Sin mirarme
Y me cubrí
La cara con las manos
Y lloré.
Jacques Prevert.-
Los Amantes, de Marc Chagall.-
(MNBA)
Sobremesa
Sobremesa.
Después de la comida aún se quedan
en torno de la mesa. Y allí fuman
su cigarro los hombres; las mujeres
siguen una labor paciente, cuyo origen
apenas se recuerda. Un negro café humea
en tazas a menudo requeridas.
Alguien corta las páginas de un libro
o recoge las migas de pan entre sus dedos
y la de más allá cuenta los meses
de su preñez, a la otra que ha criado ya a los hijos.
Se demora en venir la que alza el mantel
y pone en sus dobleces una rama de espliego.
Para su plenitud este instante no quiere
más que ser y pasar.
Poema de Rosario Castellanos.-
Cuadro de Marc Chagall.-
Klimt.
Acá les dejo, aunque previniendo al lector desprevenido, que quiera leer "Rayuela", y no quiera encontrarse a continuación con un capítulo de la misma, deleítese nomás con la imagen de "El beso", de Gustav Klimt.
Capítulo 68. Rayuela.
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
julio cortázar.-
gustav klimt.-
Suscribirse a:
Entradas (Atom)