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Pasa eso de tener sed y estar sin lengua.
Sucede también que el puño se nos cansa,
que el ojo no responde,
que la boca se niega y se separa del rostro.
Estamos para morder la verdad
y quitarnos de a poco la sorpresa,
para ponernos a horcajadas en un grito.
Para ser.
Algún día sabremos por qué.
Mientras tanto
somos apenas como un zapato nuevo
que nos juzga los pies.
Nira Etchenique, de Mi canto caído.-
foto de Robert Doisneau.-
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